¿Cómo
nacen los niños? A menudo con dificultad, como muchas mujeres pueden
testimoniar. ¿Y por qué es así para el ser humano cuando tantos otros
animales nacen sin dificultad? No hay ambulancias para las jirafas, ni
comadronas para las orangutanas, como bien nos recuerda Desmond Morris.
Se afirma que las
complicaciones físicas y psicológicas del parto son consecuencia de la
adquisición de la postura erecta que estrecha el canal de nacimiento. Si
bien esto puede explicar parcialmente la situación, no lo hace por
completo, ya que las mujeres antiguamente no necesitaban tampoco
asistencia médica y han conseguido parir durante miles de años. Si ellas
lo hacían, ¿por qué hoy no es así? A veces se responde que ellas eran
menos sedentarias y más fuertes físicamente, pero esto sólo sería válido
para algunas culturas.
Las mayores diferencias
entre los partos tribales y los occidentales actuales se encuentran en
el dónde y en el cómo. Alterando estos aspectos, el nacimiento se ha
convertido en algo mucho más dificultoso.
En la tribu, la mujer
pare rodeada de caras conocidas, de mujeres con las que tiene lazos de
afecto y que, a menudo, han pasado ya por su misma situación. En
occidente se suele parir en el hospital, un lugar asociado a la
enfermedad. Trasladarse a un lugar semejante puede poner nerviosa a la
parturienta. Y el nerviosismo prolonga el parto, mediante la liberación
de una sustancia química especial llamada epinefrina. Biológicamente, el
retraso permitiría parir en condiciones de mayor seguridad, evitando o
minimizando riesgos. Pero actualmente sólo consigue aumentar el tiempo
de dolor, incrementando el miedo y el nerviosismo y generando un círculo
vicioso.
La conclusión podría
ser favorable al parto en casa, donde la madre se sienta a gusto y la
dilatación, como consecuencia, no se prolonga excesivamente. Pero para
ello es necesario que el ambiente doméstico sea aséptico y la madre
reciba ayuda de manos expertas. La costumbre sigue llevando a pensar que
sólo en el hospital se puede parir con seguridad. Una solución podrían
ser las clínicas con un ambiente menos médico y más casero y el
conocimiento previo del equipo profesional que genere confianza en
ellos.
Sobre la postura, se
puede pensar en los partos en las tribus. Desde luego, tumbada boca
arriba y con las piernas en alto, la gravedad no puede ayudar. Ir a un
hospital y ser tratada como una enferma, tumbada en una cama y asistida
por médicos no es más que una costumbre, una moda, no una necesidad. La
postura más natural es en cuclillas. No en vano se usaban sillas con un
hueco en el centro del asiento para permitir el paso del bebé mientras
la madre se agarraba a unos asideros delanteros. Todo esto reduce el
esfuerzo, aunque no quiere decir que no haya momentos de dolor ni otras
eventuales complicaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario