martes, 8 de mayo de 2012

¿Por qué es tan difícil nacer?

         

¿Cómo nacen los niños? A menudo con dificultad, como muchas mujeres pueden testimoniar. ¿Y por qué es así para el ser humano cuando tantos otros animales nacen sin dificultad? No hay ambulancias para las jirafas, ni comadronas para las orangutanas, como bien nos recuerda Desmond Morris.


  Se afirma que las complicaciones físicas y psicológicas del parto son consecuencia de la adquisición de la postura erecta que estrecha el canal de nacimiento. Si bien esto puede explicar parcialmente la situación, no lo hace por completo, ya que las mujeres antiguamente no necesitaban tampoco asistencia médica y han conseguido parir durante miles de años. Si ellas lo hacían, ¿por qué hoy no es así? A veces se responde que ellas eran menos sedentarias y más fuertes físicamente, pero esto sólo sería válido para algunas culturas.


   Las mayores diferencias entre los partos tribales y los occidentales actuales se encuentran en el dónde y en el cómo. Alterando estos aspectos, el nacimiento se ha convertido en algo mucho más dificultoso.

   En la tribu, la mujer pare rodeada de caras conocidas, de mujeres con las que tiene lazos de afecto y que, a menudo, han pasado ya por su misma situación. En occidente se suele parir en el hospital, un lugar asociado a la enfermedad. Trasladarse a un lugar semejante puede poner nerviosa a la parturienta. Y el nerviosismo prolonga el parto, mediante la liberación de una sustancia química especial llamada epinefrina. Biológicamente, el retraso permitiría parir en condiciones de mayor seguridad, evitando o minimizando riesgos. Pero actualmente sólo consigue aumentar el tiempo de dolor, incrementando el miedo y el nerviosismo y generando un círculo vicioso.

   La conclusión podría ser favorable al parto en casa, donde la madre se sienta a gusto y la dilatación, como consecuencia, no se prolonga excesivamente. Pero para ello es necesario que el ambiente doméstico sea aséptico y la madre reciba ayuda de manos expertas. La costumbre sigue llevando a pensar que sólo en el hospital se puede parir con seguridad. Una solución podrían ser las clínicas con un ambiente menos médico y más casero y el conocimiento previo del equipo profesional que genere confianza en ellos.

   Sobre la postura, se puede pensar en los partos en las tribus. Desde luego, tumbada boca arriba y con las piernas en alto, la gravedad no puede ayudar. Ir a un hospital y ser tratada como una enferma, tumbada en una cama y asistida por médicos no es más que una costumbre, una moda, no una necesidad. La postura más natural es en cuclillas. No en vano se usaban sillas con un hueco en el centro del asiento para permitir el paso del bebé mientras la madre se agarraba a unos asideros delanteros. Todo esto reduce el esfuerzo, aunque no quiere decir que no haya momentos de dolor ni otras eventuales complicaciones.



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