jueves, 5 de diciembre de 2013

La otra pedagogía (la auténtica).

freire 


Transcribo íntegro el artículo de José Luis Carretero "Conciencia y dialogicidad: de qué hablamos cuando hablamos de formación política", que vio la luz en "Revista Trasversales" número 30 ( Octubre 2013-febrero de 2014).
José Luis Carretero Miramar es profesor de Formación y Orientación Laboral, y miembro del Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión (ICEA).   
"Mi último artículo en esta misma revista ("Construir también es formarse") en el que sostenía la importancia de la educación (más bien autoeducación) y la formación en el seno de los movimientos sociales actuales, ha merecido algunas críticas directas y otras un tanto veladas, sustentadas principalmente en una idea-fuerza concreta: lo que pretende uno, al fin y al cabo, al hablar de pedagogía de masas o formación no es, ni más ni menos, que imponer su propia forma de ver las cosas al conjunto del movimiento, basándose en una posición de "autoridad" intelectual que le permitiría controlar férreamente el discurso. "No queremos que nadie nos de clases, ya estamos hartos de eso", se ha llegado a oír al respecto.
Lo que denotan estas perspectivas es, precisamente, la estrecha y limitada idea de lo que es la pedagogía y la formación que anima a sus defensores. Imposibilitados de ver nada más que el enfrentamiento recurrente entre fracciones y las pugnas por el poder en que ha consistido la vida política de los ámbitos militantes en las últimas décadas, confunden el necesario desarrollo del conocimiento y la conciencia política con las clases magistrales de lo que ya Paulo Freire llamaba la "educación bancaria" tradicional: esos espacios donde un solo emisor, dotado de una indiscutible autoridad institucional, emite un discurso continuo que no admite disenso y que debe ser memorizado e integrado sin cambios en la mente de un grupo de discentes sometidos al silencio más acrítico.
Y, frente a esta "educación bancaria", no son capaces de imaginar más alternativa que su negación especular, su imagen invertida, pero en todo caso simétrica: la espontaneidad pura y el parloteo sin objeto, donde todos los discursos son posibles pero nunca han de ser problematizados; donde el relativismo absoluto, y la ausencia de buena fe en el debate, impiden la efectiva discusión y avance en el conocimiento tanto o más que el paradigmático profesor autoritario.
Existen alternativas que fundamentan una pedagogía crítica y concientizadora, como la defendida por el ya citado Paulo Freire: la alternativa de la dialogicidad. Partamos de una base: lo cierto es que lo que nosotros necesitamos, como movimiento, no es que la población ("nosotros", tanto como "ellos") se aprenda ciertas consignas o interpretaciones de la historia o del mundo y las repita (repitamos) como papagayos más o menos pintados de rojo o de negro. Eso puede fundamentar las doctrinas de una nueva secta para-religiosa, de un grupo dogmático o de una conspiración fanática, nunca las de un movimiento social popular que busca la liberación de las capacidades productivas e imaginativas de las clases explotadas y oprimidas.
Lo que necesitamos, por tanto, es el desarollo de las capacidades críticas de la población, de su capacidad para afrontar la complejidad de un mundo cada vez más confuso, desde la independencia, pero también desde la fundamentación argumental, racional y empírica, de sus análisis propios.
La gente tiene que ser capaz de analizar su mundo y, al tiempo construirlo y transformarlo, y no sólo de repetir las "consignas" de moda de un autor o partido cuyas tesis básicas no ha confrontado o ni siquiera conoce más que desde la lectura de algún artículo aislado.
La base de ese desarrollo de la conciencia crítica (no de la repetición acrítica de consignas dogmáticas, ni del puro vacío que entiende como sustancialmente equivalentes a cualquier clase de discurso, ya sea el machista que el feminista, el del explotador que el del explotado, el que llama a resistir y el que llama a esconderse) está sustentada en una práctica pedagógica no bancaria ni puramente espontaneísta sino centrada en una dinámica concreta: lo que Freire llamaba la dialogicidad.
La dialogicidad es, en definitiva, el recurso efectivo al diálogo, a una praxis pedagógica que vaya más allá de la bancaria (la clase magistral) y el puro espectáculo vacío. Que consista en problematizar (subrayemos ese problematizar: dialogar no es hablar por hablar ni un puro parlotear sin mecanismos de avance) la propia vida en común con el resto de explotados en un ámbito que garantice la esencia democrática y honesta del intercambio de opiniones y conocimientos.
¿Por qué dialogar en vez de recurrir simplemente a la propaganda o a la clase magistral? Porque, en definitiva, como afirma Gisella Moura: "Los seres humanos son seres de la praxis, seres que emergen del mundo, que transforman y se transforman. Esta praxis se da por el diálogo con el mundo, con los seres humanos. Sin diálogo no hay práctica auténtica, no hay práctica revolucionaria".
O, en palabras de Paulo Freire: "En este sentido, el diálogo no es un accesorio, no es generosidad ni populismo, es una exigencia radical y revolucionaria porque es el elemento fundante de la praxis". De la praxis de cada uno de nosotros, que nace de ese intercambio continuo que generamos con el mundo material circundante, y que nunca podemos abandonar. El eco, que algunos notarán, de las "tesis sobre Feuerbach" en esta argumentación es cualquier cosa menos casual.
Pero el diálogo, que no es por tanto imposición autoritaria del discurso por parte del que "todo lo sabe", no es tampoco puro parloteo relativista. No todos los discursos son "iguales", aunque todos puedan expresarse, pues el objetivo de que nos juntemos a dialogar no es la pura propaganda, pero tampoco la neta "expresividad" de nuestros egos. El objetivo es problematizar en común los problemas colectivos. En definitiva: aprender.
Problematización que, por otra parte, no es tan sólo una simple "forma de discurrir" en torno a las reglas de la lógica o de la razón deductiva, sino que se fundamenta, sobre todo, en la relación dialéctica existente entre teoría y praxis, entre lo que los movimientos hacen y lo que piensan, entre lo que sucede y las interpretaciones que le damos. En palabras de Freire: "No hay concienciación si de su práctica no resulta la acción consciente de los oprimidos, como clase social explotada, en la lucha por su liberación. Por otro lado, nadie concientiza a nadie. El educador y el pueblo se concientizan a través del movimiento dialéctico entre la reflexión crítica sobre la acción anterior y la siguiente acción en el proceso de aquella lucha".
Es decir, que no basta con el diálogo y la problematización. El diálogo y la problematización han de acompañar la lucha efectiva, la praxis, para iluminarla y para tener, también, sentido. No es una cuestión de coherencia moral sino de construcción del conocimiento sobre una base empírica y racional, pero sobre todo, crítica. Por eso, la autenticidad del conocimiento sólo se da "cuando la práctica de desvelamiento de la realidad constituye una unidad dinámica y dialéctica con la práctica de la transformación".
Por tanto, la práctica pedagógica de los ámbitos militantes no puede consistir en la pura dogmática, en la propaganda sin más (que puede generar adhesiones superficiales y "estéticas", pero no conciencia crítica), ni en la pura "apertura" a todos los discursos extendidos en la sociedad, por muy "radicales" que se presenten verbalmente.
Volviendo a Freire: "La acción cultural como la entendemos no puede, de un lado, sobreponerse a la visión del mundo de los campesinos e invadirlos culturalmente ni, de otro, adaptarse a ella. Al contrario, la tarea que se impone al educador es la de, partiendo de esa visión, tomada como un problema, ejercer, con los campesinos, una vuelta crítica sobre ella, de la que resulte su inserción, cada vez más lúcida, en la realidad en transformación".
Formar a la gente (formarnos) es superar las formas de conocimiento ingenuo de las clases populares (imbuidas de múltiples "virus" inoculados por las clases dirigentes) en base a una problematización colectiva y honesta de nuestra praxis y nuestro discurso transformadores, que dan la medida de nuestra inserción en el mundo que nos rodea. De nuevo, el imprescindible Freire:
"En lugar de esquemas prescritos, militancia y pueblo, identificados, crean juntos las pautas para su acción. Una y otro, en síntesis, de cierta forma renacen en un saber y en una acción nuevas, que no son sólo el saber y acción de la militancia, sino el de ella y el pueblo. Saber de la cultura alienada que, implicando a la acción transformadora, dará lugar a la cultura que se desaliena".
Así pues, pueden dejar de temblar nuestros críticos adheridos a la teoría del "todo vale": no pretendemos darles clases magistrales de nada, ni ponerles "deberes" ni contarles las "faltas". No se trata de eso, tampoco de "controlar" el discurso, sino de pro blematizarlo, hacerle enfrentarse a la complejidad, generar la conciencia crítica que nace del estudio colectivo de las luchas, que, a su vez, son luchas por el estudio, por la posibilidad material, en la forma de salario o de prestaciones sociales, de detenerse a pensar en común.
No propongo hacer exámenes del DIAMAT, pero tampoco me parece factible seguir por la vía de la "no problematización", donde el relativismo absoluto permite la irrupción en nuestros medios de numerosos santones reaccionarios alejados de toda lucha efectiva y de una cierta apología de la incultura. Sólo digo que la militancia tiene que dialogar con el pueblo y, con él, empezar a superar la conciencia ingenua de la realidad que se basa en el consumo de productos culturales caducados y peligrosos.
Construir conocimiento en relación dialéctica con la praxis, compartiendo los saberes y los procesos de avance. Para problematizar un poco, citemos también a Raúl Zaffaroni, el jurista argentino autor del muy recomendable libro "El enemigo en el Derecho Penal": si la mayor revolución en las técnicas penales protagonizada por la inquisición fue la sustitución, en los juicios, de la disputatio (determinación de la verdad en virtud de la lucha, el duelo o la ordalía) por la inquisitio (determinación de la verdad mediante el interrogatorio, violento o no, del acusado por parte de un poder superior, poseedor de la condición de dueño y señor), "puede afirmarse que, hoy en día, la Edad Media no ha terminado y que está lejos de terminar. Dependerá de la capacidad humana de transformación del conocimiento el que la inquisitio sea reemplazada algún día por el dialogus, donde el saber no sea de dominus sino de frater".
Ese es un camino a recorrer por la militancia social: sustituir la sociedad del amo y el Capital por la sociedad del diálogo y la conciencia crítica. Los atajos de la pura propaganda o la pura adulación al conocimiento ingenuo, y muchas veces reaccionario, de las clases populares no nos conducirán a ninguna parte.
Problematizar nuestra práctica, dialogar entre nosotros y con el resto del pueblo, practicar y pensar, luchar y analizar, es decir, vivir. Y vivir es aprender y transformar."

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Papá, ¿cómo se llegó a la Guerra Civil española?


   
   




 Para poder explicar cómo se llegó a la Guerra Civil española, podríamos remontarnos, por ejemplo, a la dictadura de Miguel Primo de Rivera (no confundir con José Antonio Primo de Rivera).

 En el año 1923, el capitán general de Cataluña Primo de Rivera (1870-1930), se sublevó. Según  éste, como los políticos no sabían gobernar, alguien tenía que hacerlo. Después del golpe de estado, el capitán general tuvo una acogida más o menos favorable  (más o menos) en buena parte del país, y el rey Alfonso XIII (Borbón nacido en 1886 y fallecido en 1941) acabó aceptándolo.

 Pero con el paso de los meses, la situación se fue complicando mucho para este militar sublevado. Los intelectuales comenzaron a poner el grito en el cielo, como Miguel de Unamuno, escritor y filósofo (1864-1936), que fue desterrado a Fuerteventura por sus duras críticas al régimen dictatorial. 

 Primo de Rivera, entre otras aspectos, machacó con saña a distintos movimientos obreros, como la CNT. 

 Algunas circunstancias importantes que hicieron que se produjera el ocaso del dictador fueron la firme oposición del movimiento intelectual de la F.U.E (Federación Universitaria Española) y  la caída de la bolsa de Nueva York (1929). Esto último provocó que la bonanza económica con la que inició su férreo mandato se esfumara. Poco a poco ni siquiera el ejército le dio apoyo al capitán general. Y a principios de 1930 se marcha a Francia (exilio).

 Después, el rey Alfonso XIII quiso recomponer el régimen parlamentario, y esta tarea se la encomendó al militar (general) Berenguer en 1930.

 Hubo más alzamientos militares, y hasta un intento de proclamar una nueva República por parte de los capitanes del ejército Galán y García Hernández y el teniente Anitua, pero no llegó a buen puerto.

 En la primavera de 1931,  el gobierno de la Monarquía (reinaba todavía Alfonso XIII) dirigido por el almirante Aznar (su nombre completo era Juan Bautista Aznar-Cabañas, 1860-1933) quiso tantear a la opinión pública a través de unas elecciones municipales. No se trataba de unas elecciones al parlamento del Estado, sino unas para el gobierno de las diferentes poblaciones españolas. Y el caso es que, en muchas sitios, los concejales elegidos fueron monárquicos. Pero en la inmensa mayoría de las capitales de provincia, y por supuesto en Madrid y Barcelona, los elegidos fueron los republicanos, ante la sorpresa general. Uno de los últimos ministros del gobierno de la Monarquía, Romanones, dijo que España se había acostado monárquica y se había levantado republicana. Alfonso XIII, viendo el panorama, prefirió el exilio, y dijo esta frase: " No quiero que por mi culpa se derrame sangre española".


 Las elecciones se habían realizado el 12 de abril de 1931 y, dos días después, el 14 de abril, España era republicana. Se iniciaba así la II República española.





El bienio progresista: 1931-1933.

 Se elaboró una constitución, y en ésta se renunció a la guerra y se proclamó el sufragio universal: la mujer por primera vez pudo votar. También se produjo un empujón sensacional en la educación. Los maestros y maestras tuvieron un papel muy destacado. En este bienio, Companys proclamaba la República catalana y Aguirre la República en el País Vasco. 

 Entre otras cuestiones, quedaba por solucionar la cuestión agraria. Muchas personas deseaban que el nuevo gobierno quitase los latifundios a los terratenientes. Pero esto era verdaderamente complicado. 
 En un pueblo llamado Casas Viejas hubo gravísimos incidentes: los campesinos no veían que sus problemas se resolvieran y tomaron cortijos y tierras. El resultado: fueron duramente reprimidos por la fuerza. Esto ensombreció mucho el gobierno de Azaña (Presidente del Consejo de Ministros). Y tuvo que disolver el parlamento y convocar nuevas elecciones. Ganaría la derecha.

El bienio conservador: 1933-1936.

 En las elecciones de 1933 salen ganadores el Partido Radical, vinculado a la derecha, y un nuevo partido, la CEDA, con Gil Robles a la cabeza. La derecha abandonó pronto el espíritu laico del anterior bienio.
 La situación económica era cada vez más complicada, sobre todo para las clases sociales modestas. Fue creciendo el malestar, y se unieron las dos fuerzas que estaban en desacuerdo con el nuevo gobierno de derechas: el movimiento obrero y los nacionalistas catalanes. 

 Estalla la revolución de octubre de 1934: Companys proclama el Estado catalán y en Asturias los mineros gobiernan el Principado. Y como en muchas ocasiones tuvo que intervenir el ejército: con una brutal fuerza, sofocó a los movimientos obreros.

 Hubo un monumental escándalo, el del estraperlo, y esto salpicó al propio presidente del gobierno, Lerroux. Este lío hizo que el Presidente de la República disolviera el gobierno. Y, de este modo, el bienio conservador, también llamado bienio negro, empezaba a disolverseEspaña se disponía a realizar otras elecciones. ¿Quién ganaría? ¿La izquierda o la derecha?

  Gil Robles estaba muy seguro de su victoria. La CNT (Confederación Nacional del Trabajo) no había ido a las elecciones de 1933 al estar profundamente indignada por los sucesos trágicos de Casas Viejas. Pero la CNT contaba con un millón de afiliados (sí, he dicho bien, 1.000.000). La izquierda revolucionaria promovió la unión de las dos grandes ramas del movimiento obrero: la UGT, unida al Partido Socialista, y la CNT, de signo libertario (anarquista); y esta unión se llamó el Frente Popular.

 Estos dos grupos tuvieron tal fuerza que en las elecciones de 1936 consiguieron una impresionante victoria. Las urnas daban un giro: la izquierda estaba otra vez en el poder. En el nuevo gobierno, los socialistas tuvieron un peso fundamental: a la cabeza, Indalecio Prieto y Largo Caballero. Y una de las primeras cosas que hicieron fue deshacer lo que la derecha española había hecho. Se le concedió a Cataluña un estatuto, y algunas personas encarceladas por la derecha fueron liberadas, como Dolores Ibárruri, La pasionaria (comunista).

 Pero el Frente Popular también tuvo algunos problemas: huelgas, atentados, muertes muy violentas, quema de conventos e iglesias... Fue entonces cuando surgió un grupo radical: los falangistas. Éstos tenían como cabecilla a José Antonio Primo de Rivera (1903-1936), hijo del dictador Miguel Primo de Rivera. José Antonio decía que seguía la dialéctica de las pistolas: frente a las agresiones de la izquierda, los falangista responderían con la misma dureza. Así, España se convirtió en un campo de batalla. Casi todos los días había muertos, tanto de un bando como de otro. A mediados de julio fue asesinado José Calvo Sotelo, ministro de Hacienda durante la dictadura de Primo de Rivera, por guardias de asalto y algunos militantes socialistas. Esto hizo que unos generales que estaban deseando alzarse contra el gobierno del Frente Popular (Sanjurjo, Mola, Queipo de Llano, Franco y otros militares) hallaron la ocasión propicia para poner en práctica sus planes. Todos ellos decían tener una razón para dar un golpe de estado: el gobierno de la II República había caído en un gran descrédito y había situado a España en un estado muy caótico. 

 Y aquí empieza la Guerra Civil española, cuando el 17 y 18 de julio de 1936 se produjo una sublevación militar (golpe de Estado) contra el gobierno de la II República, surgido de modo democrático. El fracaso de esta sublevación condujo a la Guerra Civil. El alzamiento se inició en el Protectorado de Marruecos, Ceuta, Melilla y las Islas Canarias.

 Un gobierno elegido democráticamente, el de la II República, iba a ser barrido de toda España. La guerra duró desde 1936 hasta 1939. Francisco Franco Bahamonde tomaría las riendas del Estado español.

 No hay que olvidar que antes, durante y después de la Guerra Civil española se cometieron todo tipo de atrocidades, tanto por parte de un bando como del otro; pero hay que remarcar que el gobierno de la II República fue elegido por el pueblo de manera democrática, a través de unas elecciones municipales.

 
Algunos de los carteles históricos del bando republicano (movimientos obreros).
  




Algunos de los carteles históricos del bando nacional.





martes, 1 de octubre de 2013

La pedagogía del caracol: la educación lenta.




  Recomiendo este libro tanto para profesores, sean de Educación Primaria, Infantil, Secundaria, Escuelas de Adultos..., como para padres y educadores. Zavalloni nos hace reflexionar muy profundamente y consigue hacernos ver que nuestro sistema social (piramidal, consumista, patriarcal, enormemente competitivo y, en ocasiones, un tanto destructivo) no es lo mejor a la hora de enseñar y educar a nuestros niños, niñas y jóvenes. 

  Es cierto que todo lo que nos rodea no ayuda mucho a implantar este clase de modelo educativo tan interesante, pero poco a poco se pueden realizar los cambios pertinentes para hacerlo realidad.
  Estamos inmersos, por desgracia, en un ambiente en el que lo que prima es la competitividad: si no eres el número uno, no eres nadie; si no tienes éxito, eres un frustrado. Sólo hay que ver algunos programas televisivos en los que se nos carcome la mente: se respira un cierto odio, mucha competitividad y buenas dosis de desprecio, y esto va calando enormemente en los alumnos. El propio sistema hace que veamos a nuestros semejantes como a unos competidores, como a unos enemigos, y con esta perspectiva se produce una clara alienación en hombres y mujeres: las personas dejamos de ser personas, perdemos nuestra esencia, para convertirnos, entre otras muchas cosas, en mulas de carga (sea intelectual o física), en seres a los que se puede exprimir al máximo, en entes grises que, en ocasiones, pisotean a sus compañeros y compañeras.

   El DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) define la alienación como  el proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición.

  Hay que cambiar la mentalidad en la que ganar, el éxito y los beneficios son los nuevos dioses a los que hay que adorar. Ganar en sí no es nada; el "éxito" es muy poca cosa (habría que definir qué es eso del éxito, ya que para todos no significa lo mismo); los beneficios (económicos) pueden ser un cero a la izquierda, pero, si la sociedad en la que estamos los encumbra, ya tenemos el sufrimiento y un desasosiego instalados en la ciudadanía.

   El libro La pedagogía del caracol es un extraordinario texto de Gianfranco Zavalloni, maestro rural italiano ligado al movimiento de la escuela creativa.

  Nos dice Zavalloni: "En una sociedad basada en el éxito, el beneficio y el ganar, ¿hemos reflexionado sobre la importancia y el valor pedagógico de "perder"? Perder el tiempo, perder una partida, perder un tren, perder un objeto, perder una cita, perder a alguien, perder y basta...¡perder!".

   Aquí van unas interesantes reflexiones de Carl Honoré (uno de los gurús del movimiento Slow) y de Joan Domènech (maestro de Primaria y escritor).

"Creo que los buenos maestros en la escuela, sea cual sea el sistema con el que enseñen, intentan respetar el ritmo de cada alumno. Cualquiera que haya estado en una clase sabe que éste es, precisamente, el modo natural de enseñar.
 En nuestra cultura, la palabra lento es una palabra sucia, es sinónimo de perezoso, aburrido, ineficiente, no moderno. Pero la buena noticia es que el movimiento Slow está consiguiendo romper este tabú". 
Carl Honoré.

 "Si la educación lenta ha de comportar una mejor educación, también significa que los niños y jóvenes que puedan disfrutar de esta educación se convertirán en ciudadanos más conocedores de la sociedad y, sobre todo, más críticos". Joan Domènech.



   
Gianfranco Zavalloni, maestro rural.

domingo, 1 de septiembre de 2013

El quinteto de metal. ¡Qué buen invento!


Canadian Brass.

La música de cámara es un tipo de música culta ideada para un grupo reducido de instrumentos. En sus orígenes se interpretaba en una pequeña cámara, sala o habitación palaciega.

A la hora de realizar esta clase de música es importante recalcar que, normalmente, se ejecuta en un lugar o espacio no muy grande en una atmósfera de recogimiento e intimidad. No hay, en principio, ningún límite prefijado en cuanto al número de músicos, pero la mayoría de las composiciones van desde los dos intérpretes hasta los cinco, seis o siete. Este género de música se realiza como si se asistiera a una reunión en la que se disfruta de una audición musical.

Lo usual, sobre todo en la época del clasicismo, es que las composiciones de cámara estén pensadas para instrumentos de cuerda (cuarteto, quinteto…), pero también hay numerosas obras de los siglos XIX, XX y principios del XXI escritas para viento-madera y viento-metal, sólo viento-metal, cuerda y piano, viento-metal y piano, etc.

Algunos compositores y musicólogos piensan que el que hasta ahora no se haya compuesto para quinteto de metal se debe a que este tipo de instrumentos, por su potente sonido, no es adecuado para la atmósfera intimista que requiere la música de cámara. Ni que decir tiene que con estos instrumentos, además de interpretar pasajes potentes y con gran fuerza expresiva, también se pueden ejecutar innumerables pasajes y obras en esa atmósfera intimista que requiere la música camerística, con gran lirismo, recogimiento, introspección, suavidad, delicadeza, emoción y dulzura a la vez que con gran empuje emotivo y empaque sonoro.

Dentro del quinteto de metal, al igual que para el cuarteto o quinteto de cuerda u otras formaciones camerísticas, cada músico tiene que interpretar una parte diferenciada, y no hay un director visible. Tampoco se incluye en las obras a un solista que resalte de forma clara.

A lo largo del siglo XIX (sobre todo en la segunda mitad) y todo el XX fue variando la concepción que se tenía de la música de cámara, y se llegó a perder el sentido burgués y cortesano de sus inicios. Así, la música pasó de ser interpretada en los siglos XVII, XVIII y principios del XIX, en diferentes ocasiones y eventos, por músicos aficionados a convertirse a finales del XIX y todo el XX en algo de complicada interpretación que tenía que ser tocado por músicos con un enorme nivel musical. (En algunas composiciones contemporáneas ha de intervenir un director por la suma dificultad interpretativa de la partitura).

Dentro del género camerístico nos podemos encontrar, entre otros, con:
  1. Dúo de pianos.
  2. Dúo instrumental (piano y cualquier otro instrumento).
  3. Piano y voz.
  4. Trío de cuerdas.
  5. Voz, viola y piano.
  6. Clarinete viola y piano.
  7. Flauta, viola y arpa.
  8. Clarinete, violín y piano.
  9. Trío para trompa
  10. Cuarteto de cuerda (dos violines, viola, violonchelo)
  11. Cuarteto de cuerda con piano.
  12. Quinteto de cuerda con piano.
  13. Quinteto de vientos.
  14. Quinteto de cuerda.
  15. Quinteto de metal (dos trompetas, trompa, trombón, tuba)
  16. Sexteto de cuerda.
  17. Septeto para vientos y cuerda.
  18. Octeto de viento
Cuando un grupo instrumental de cámara está formado por más de nueve músicos, nos referimos a él como orquesta de cámara. La combinación de instrumentos puede ser muy variada, pero suele incluir como mínimo un representante de las distintas familias orquestales: cuerda, viento-madera y viento-metal, siendo la percusión opcional. 
La orquesta de cámara precisa de un director.

El quinteto de metal (dos trompetas, trompa, trombón y tuba) nace en el siglo XX, y recurre sobre todo a transcripciones de compositores de todas las épocas, aunque ha habido algunos que han compuesto para este tipo de formación instrumental en épocas más modernas a partir de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI. 


El quinteto de metal tiene su equivalente en el quinteto de cuerda.

Algunos de los compositores que han escrito y escriben actualmente para quinteto de metal son: César Cano, Ferrer Ferrán, José Alamá Gil y Gregory Fritze.

Un verdadero paradigma de quinteto de metal es sin duda alguna el grupo Canadian Brass, que fue fundado por Charles Daellenbach y Gene Watts en 1970; en su haber cuenta con más de 80 discos y un sinfín de giras por todo el mundo. Es una formación tremendamente versátil. Esta agrupación interpreta tanto obras de Bach, Vivaldi, Mozart o Beethoven como composiciones de jazz, ragtime, foxtrot, blues, pop o rock. 

Además de emplear dos trompetas, trombón, trompa y tuba utilizan una amplia gama de instrumentos afines, como el fliscorno, la trompeta píccolo, el cornetín de pistones, el bombardino o eufonio, el helicón...

En las distintas interpretaciones descubrimos no sólo a grandísimos ejecutantes, sino a recreadores y repensadores de las obras de Haëndel, Haydn, Mozart, Bach, Beethoven, etc.

Son auténticos virtuosos. Algunos de los periódicos más importantes e influyentes del mundo, como The New York Times y The Washington Post, han alabado enormemente a este quinteto de metal durante varias décadas. Otras revistas especializadas han hecho lo mismo.

Desde la aparición de este grupo instrumental, la música de cámara se ha enriquecido mucho, ampliando la visión que hasta entonces se tenía de ésta. No hay sala de conciertos importante en el mundo que no haya tenido a este grupo musical interpretando muy buena música.  

Es importante decir que también incorporan en sus espectáculos en directo un tono humorístico en determinadas piezas.

El repertorio que abarca la agrupación Canadian Brass va desde el renacimiento hasta la música contemporánea. Sus integrantes han realizado versiones muy interesantes, y a veces curiosas, de óperas, operetas, oratorios, cantatas, obras para órgano e incluso han tocado zarzuelas y pasodobles de manera magistral.

Otros quintetos de metal de renombre mundial, con excepcionales músicos, son Gomalan Brass (italianos) y Spanish Brass Luur Metalls (españoles). 


A todas estas formaciones habría que añadir otras, como el septeto de metales austríaco Mnozill Brass: músicos virtuosos que incluyen en sus conciertos altísimas dosis de humor.

Merece la pena disfrutar con la música de todas estas agrupaciones.  Es todo un regalo para los sentidos, el buen gusto y la sensibilidad.




BIBLIOGRAFÍA

MICHELS, U. (2003). Atlas de la música (Volumen 1). Madrid:Alianza.
MICHELS, U. (2003). Atlas de la música (Volumen 2). Madrid:Alianza
MILLÁN, A. (1991). La trompeta: historia y técnica. Murcia: Mater Música.
PHILIP, B. (1966). The trumpet and trombone. London: Graz.
SUÁREZ, P. (2004). Historia de la Música. Editorial Claridad, Bs. As.

   
     Mnozill Brass

   
    Spanish Brass Luur Metalls

   
     Gomalan Brass

martes, 30 de julio de 2013

Internet y tecnoestupidez.



Nicholas Carr



  En el año 2008, el escritor norteamericano Nicholas Carr publicó en la revista The Atlantic un artículo en el que proponía que la tecnología (Internet, el iPad o la Wii) estaba alterando muy negativamente nuestras facultades mentales. Con posterioridad, este escritor desarrolló más sus ideas en el libro Superficiales.  Lo que nos viene a decir Carr es que con las nuevas tecnologías se quiebra la lectura paciente y sosegada: los SMS, los tuits, Facebook o Tuenti compiten nerviosamente por nuestra atención; hay un constante goteo de enlaces y discusiones que se agregan sin parar en un diálogo infinito. Todo esto consigue distraernos y reducir nuestras capacidades intelectuales, contribuyendo a extender la necedad, fomentar el autismo social y, en definitiva, pudrir el cerebro. Las producciones audiovisuales y editoriales se están adaptando al medio digital ofreciendo productos breves, y esto eliminará las reflexiones sopesadas, pausadas y los argumentos complejos que realiza nuestro cerebro. De este modo, se hará casi imposible ahondar y reflexionar sobre las cosas, convirtiéndonos en  simples consumidores de titulares. Así, estaríamos entrando en la era de la tecnoestupidez.

   Pero hay algo que parece contradecir la tesis de Carr: el llamado "efecto Flynn". James Flynn, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), descubrió en los años 80, después de comparar los test de inteligencia de individuos de distintos países a lo largo de diferentes épocas, que el cociente intelectual iba en aumento de generación en generación desde hace décadas (habría que remarcar que lo del cociente intelectual se debe tomar como algo relativo y no absoluto, pues hay capacidades cognitivas que actualmente no se pueden medir adecuadamente con los test estándar, como la inteligencia intrapersonal o la interpersonal). El efecto Flynn necesitaba de una causa que encajara como la pieza de un rompecabezas, y la tecnología se posicionó entre los posibles candidatos. 

  Pero es muy importante decir que las clases de inteligencia que se habían visto potenciadas, en el estudio realizado por el profesor de la Universidad de Otago, eran las que tenían que ver con el razonamiento visoespacial y el pensamiento abstracto. En lo referente a las habilidades memorísticas, lingüísticas o aritméticas, por ejemplo, no se apreció mejora alguna. Esto último daría en parte la razón a Carr.

  La tecnología es una herramienta fantástica que nos ayuda enormemente en nuestro día a día, pero también puede tener sus zonas oscuras, como nos indica el propio Carr.

Tendremos que estar muy atentos.


Libro Superficiales.
Editorial Taurus.
Nicholas Carr.