martes, 31 de enero de 2012

Sí a la educación pública.



  


La enseñanza pública llega a cada uno de los rincones de nuestro país. La enseñanza pública acoge a todo el alumnado, sin discriminación, sin selección previa, sin prejuicios, y con el compromiso de proporcionarles una educación de calidad.
La enseñanza pública está impartida por un profesorado bien preparado, vocacional y experto; un profesorado que merece todo el reconocimiento y apoyo a su trabajo.
La enseñanza pública es la elegida por la inmensa mayoría de las familias de nuestro país. En ella se escolariza a la mayor parte de la población y está en auge. Por ello, los responsables políticos están obligados a garantizar su calidad y permanencia.
La enseñanza pública es un compromiso de todos, porque la financiamos entre todos, sabiendo que así garantizamos la igualdad de oportunidades de todos los niños y niñas.
La enseñanza pública ha constituido, a lo largo del tiempo, la garantía de una educación de calidad, y hoy es una pieza clave de nuestro contrato social, porque es la que mejor garantiza el derecho constitucional a la educación.
Sin embargo, los gobiernos están haciendo pagar a la enseñanza pública una crisis que ella no ha causado. En estos momentos está amenazada por los recortes que se están aplicando a las inversiones en educación, que implican el despido de un buen número de docentes, la reducción de los programas y una disminución de la calidad y equidad de la enseñanza que recibe el alumnado.

Porque la enseñanza pública es la única que garantiza la igualdad de oportunidades, la cohesión social, la superación de las desigualdades de origen, la vertebración de toda la sociedad en un objetivo común y el progreso individual y social de todos, no de unos pocos.

Por todo lo anterior:

1- Debemos situar a la educación pública en el eje de las prioridades políticas,
sociales, ciudadanas y familiares.  

2-Debemos reconocer que sólo ella puede hacer efectiva la igualdad de
oportunidades, convertirse en herramienta de progreso y ofrecer perspectivas
a todos los niños y jóvenes, sin exclusión.  

3- Debemos aumentar su prestigio y respaldar a su profesorado con nuestro
apoyo y confianza. Cuando algunos políticos desacreditan a los docentes de la
enseñanza pública, se descalifican a sí mismos. Por eso exigimos que se valore
públicamente la importancia de la educación y de todos los trabajadores y
trabajadoras del ámbito educativo, con hechos, con palabras y actitudes.

4- Debemos financiarla adecuadamente y protegerla de los recortes
presupuestarios y de las consecuencias de la mala gestión que han hecho los políticos. 

Porque la educación nos construye, nos enriquece y nos da libertad para mejorar el mundo.
La educación cambia la vida.  La educación es el futuro. 
Y la educación pública garantiza ese futuro, para todas las personas, sin diferencias.

 Manifiesto en defensa de la educación pública.


     Esto es lo que está pasando, por desgracia.


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