martes, 7 de enero de 2014

El lector y el escritor: ¿hay buena y mala literatura?





  Una vez escuché a un hombre de cierta edad decir que leer malos libros siempre nos hace peores y más zoquetes; y ninguna ventaja tiene leer si se lee basura. enseguida me vino a la mente una reflexión: ¿qué es buena literatura?  

   Algunos piensan que la literatura elevada, la "buena literatura", es la que hace que seamos más inteligentes y curiosos, y que la que es menos culta sólo sirve para divertir, para pasar un rato más o menos  ameno. Dicho esto, habría que explicar qué es ser inteligente, pues el concepto inteligencia ha ido cambiando bastante a lo largo del tiempo (ver en este blog Sálvame delux, Stephen Jay Gould e inteligencia). Creo que los que hacen estas distinciones simplifican en exceso la realidad. Ésta es siempre muchísimo más compleja de lo que hombres y mujeres podemos llegar a descubrir. He leído libros considerados "literatura culta" y no me han aportado absolutamente nada; es más, me han llevado directamente al bostezo continuo. Sin embargo, otros libros, algunos de los llamados bestsellers, me han dado mucho; me han hecho reflexionar y, al mismo tiempo, me han divertido. Ni toda la "literatura basura" es de mala calidad ni toda la "buena literatura" es maravillosa y celestial.   

 Hace años, libros como El nombre de la rosa o Los pilares de la Tierra fueron considerados bestsellers; y otros, como los escritos por José Echegaray (premio Nobel en 1904), no son recordados hoy por casi nadie. La vara con la que se mide lo que es bueno y lo que es menos bueno va cambiando con el paso de las décadas. Lo que antaño no era "elevado" ahora sí lo puede ser; y viceversa. Y es que la literatura es un constructo humano, al igual que la música, la pintura, la escultura, el deporte, la danza, el cine... 

   Ciertos "intelectuales sesudos" han llegado más o menos a un acuerdo respecto a cuáles son las mejores obras literarias de la historia, pero esto no deja de ser también algo subjetivo, una construcción humana que ha hecho una pequeña parte de la población y, probablemente, una clase social determinada. A lo largo de estos siglos, en occidente, se ha encumbrado todo lo creado por las clases pudientes, que son las que han tenido, y siguen teniendo, el poder político, social y económico: reyes, nobles, burguesía... Todos ellos han ninguneado casi siempre las producciones hechas por el pueblo (esto nos daría para otro artículo). Sería interesante saber qué lista de obras literarias hubieran hecho otros colectivos (agricultores, obreros de las distintas ramas, médicos, mineros, ganaderos...); y dentro de estos colectivos cada una de las personas que forman parte de ellos. La distinción entre buena literatura y mala, en algunas ocasiones, tiene que ver más con la clase social que con la calidad  per se de un escrito determinado, pues, como ya he dicho, la valoración de una obra literaria es algo que tiene un gran componente subjetivo. 

Alaiz, Felipe
Felipe Alaiz de Pablo

  Felipe Alaiz de Pablo, escritor, crítico literario, profesor de literatura, periodista, traductor de los textos de Dos Passos,  H.G Wells y Upton Sinclair y artista (nació en Belver de Cinca, Huesca, en 1887 y falleció en París en 1959), decía muy acertadamente que, en ocasiones, el lector no se fía de su gusto, sino de lo que le aseguran que le debe gustar. Para Alaiz la literatura no debe perseguir la belleza, sino la verdad; escribir bien es lo contrario de decir frases bonitas, rimbombantes. El verdadero arte es lo que oculta el artificio: Ars est celare artem. Cuando a un escritor se le califica de estilista hay que echar a correr, pues es sinónimo de inanidad o de palabrería. Así pues, todo estilo distrae de la verdad por su propio atractivo. Alaiz también pensaba que el estilo es el hombre, es decir, el hombre o la mujer no han de hablar como un libro abierto, sino que el libro abierto ha de hablar como un hombre o una mujer. Todos los seres humanos tenemos un estilo personal en la conversación, excepto cuando conversamos imitando a otros. Un pastor o un carpintero, por ejemplo, no hablan igual que un médico. Pero dos médicos hablan también de manera distinta, así como dos carpinteros o dos pastores. Este valor diferencial propio de cada persona que habla es el deseable para cada persona que escribe. "Hay que huir de lo estándar", decía Alaiz. Éste consideraba decadentes a escritores como Azorín, Rubén Darío, Espronceda o Bécquer, entre otros muchos. Criticaba su literatura por ser demasiado pegajosa, artificial, estilista, preciosista y azucarada. De igual modo pensaba que si cada hombre y mujer tiene su estilo de lenguaje y de escritura, ¿por qué ha de variar cuando escribe libros o artículos? El que escribe podrá tener más o menos caudal de conocimientos, más o menos costumbre de manejar la pluma, pero ¿por qué dejar de ser él mismo o ella misma? ¿Por qué se desprende de ese fondo personal insobornable que es su estilo propio? Pues muy probablemente por un sentido de inferioridad que aspira a superar imitando modelos que él o ella cree superiores.   

   Alguna vez he utilizado las listas de los "mejores" libros de la Historia de la Literatura que se ven por doquier (Internet, enciclopedias, revistas especializadas...), pero esto ha sido únicamente empleado por mí como un mero recurso de marketing.  En realidad es el propio lector o lectora el que ha de encontrar sus libros y el que tiene que confeccionar su lista de libros preferidos y, sobre todo, significativos; escritos que le hagan pensar, filosofar, soñar, emocionarse, meditar, divertirse, llorar, enfadarse, gritar, alegrarse...


    Podríamos distinguir, de forma básica, dos tipos de lectores. El primero sería el que busca en el libro la reflexión y la profundidad, que le cuenten las cosas a medias para poder participar en la lectura y crear su propia significación o significaciones, que le sugieran intenciones. El segundo tipo de lector sería aquel que prefiere libros en los que se da todo o casi todo hecho, en el que lo que predomina es la sencillez con un contenido ameno y de formas sencillas. Pero esta distinción, a la hora de la verdad, se difumina en muchísimas ocasiones.   

    Obvio es que hay libros que están mejor construidos que otros, son más complejos, hay más imbricaciones, profundidad y riqueza; pero esto, quizás, no sea suficiente para despreciar o arrinconar a los que no siguen estas pautas. A veces nos alimentamos de platos elaborados (algunos arroces, cocidos,  guisos...) y en otras ocasiones preferimos un sencillo huevo frito con pan crujiente. En la literatura puede ocurrir algo similar. A mi me apasionan Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Albert Camus, Vicent Andrés Estellés, Quim Monzó, Pere Calders, George Orwell o Edgar Allan Poe, entre otros muchos escritores, pero también me atrapan mucho Stephen King, Haruki Murakami y, también, Olaf Stapledon, sólo por citar a algunos (lo escrito por estos tres últimos es considerado por algunos críticos como literatura menor, de peor calidad; por supuesto no estoy de acuerdo).       

   Es innegable que unos libros son más simples que otros en cuanto a su estructura narrativa, en la construcción de personajes y escenas y en el tipo de lenguaje utilizado. Esto puede ser extrapolable a la música: nos encontramos con la muy elaborada, la llamada música culta, y la menos elaborada (pop, rock, folk...); y lo cierto es que ambas son válidas. Decir que una es mejor que otra sería, a lo mejor, un poco arriesgado (ver la entrada de este blog titulada ¿Existe una cultura superior a las otras?). Pues algo similar se podría decir de la literatura.



 Arturo Pérez-Reverte (periodista, escritor y académico de la RAE) escribía en 2010 en el periódico ABC:

   "Decir que lo que lee mucha gente no es buena literatura es como decir que un libro no puede ser bueno si provoca muchas ganas de leerlo. Un escritor de verdad no tiene otra cosa que su artesanía. Y un escritor sin lectores desaparece. La única posibilidad que tiene este artesano es que lo lean. Lo que hay que darle al lector es algo que realmente le interese.


Las tragedias griegas eran el entretenimiento de las masas, ¿no?. A mí la calidad literaria, francamente, me importa un rábano; además, quién juzga quién tiene o no tiene esa «calidad literaria». Yo escribo para contar historias que a la gente le hacen vivir vidas que no han vivido. La calidad literaria es para mí que el lector lea tus páginas y no pueda dejar de leer tu libro. Lo demás son milongas."



Javier Marías

  Otra interesante opinión nos la da el escritor Javier Marías en un artículo titulado “Mirar lo inadvertido”,  publicado en El País el 2 de enero de 2011:

"Pero desde hace unos años se reserva el término “literario” para las novelas que antes se llamaban meramente “ambiciosas”. Es decir, para las que no tenían como único propósito el de entretener, sino que, además (una cosa no excluía ni excluye la otra), pretendían que el lector viera y conociera el mundo mejor, que quizá pensara en cuestiones en las que normalmente no piensa, que reparara en aspectos de los que por lo general se hace caso omiso.Looking at the Overlooked, se titulaba un ya viejo libro de Norman Bryson, sobre la pintura de bodegones. Eso es lo que -entre otras cosas- ha hecho la literatura de todos los tiempos, la que ha pervivido, la que aún leemos pese a los años o siglos transcurridos. Mirar lo inadvertido, o lo pasado por alto. Eso hacen Montaigne y Cervantes y Shakespeare, Flaubert y Conrad y Henry James."
   Más que buena o mala literatura, creo que esto es simplificar en exceso la realidad, yo diría que hay libros escritos de modo más elaborado y profundo; y otros libros que están hechos con ciertos patrones o clichés y que son, seguramente, menos reflexivos y más planos y simples; pero esto no significa necesariamente que sean malos libros (algunos quizás sí, claro). Lo cierto es que no siempre deseamos meditar sobre lo divino y lo humano, no siempre necesitamos ahondar y devanarnos los sesos. En ciertas ocasiones es también conveniente leer determinados libros que nos distraen, entretienen y nos hacen vivir otras vidas y experiencias nada comunes.  

2 comentarios:

  1. Bendiciones hermanos, les visito desde El Salvador Centroamérica.
    Mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com

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  2. Saludos. Gracias.

    Julio C. Llamas.

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