Nicholas Carr
En el año 2008, el escritor
norteamericano Nicholas Carr publicó en la revista The Atlantic un artículo en el
que proponía que la tecnología (Internet, el iPad o la Wii) estaba alterando
muy negativamente nuestras facultades mentales. Con posterioridad, este
escritor desarrolló más sus ideas en el libro Superficiales.
Lo que nos viene a decir Carr es que con las nuevas tecnologías se
quiebra la lectura paciente y sosegada: los SMS, los tuits, Facebook o Tuenti compiten nerviosamente por nuestra atención; hay un constante goteo de
enlaces y discusiones que se agregan sin parar en un diálogo infinito. Todo
esto consigue distraernos y reducir nuestras capacidades intelectuales,
contribuyendo a extender la necedad, fomentar el autismo social y, en
definitiva, pudrir el cerebro. Las producciones audiovisuales y editoriales se están adaptando al medio digital ofreciendo productos
breves, y esto eliminará las reflexiones sopesadas, pausadas y los argumentos
complejos que realiza nuestro cerebro. De este modo, se hará casi imposible
ahondar y reflexionar sobre las cosas, convirtiéndonos en simples
consumidores de titulares. Así, estaríamos entrando en la era de la
tecnoestupidez.
Pero hay algo que parece
contradecir la tesis de Carr: el llamado "efecto
Flynn". James Flynn, profesor de Ciencias
Políticas de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), descubrió en los años 80,
después de comparar los test de inteligencia de individuos de distintos países a lo largo de
diferentes épocas, que el cociente intelectual iba en aumento de generación en
generación desde hace décadas (habría que remarcar que lo del cociente intelectual se debe tomar como algo relativo y no absoluto, pues hay capacidades
cognitivas que actualmente no se pueden medir adecuadamente con los test
estándar, como la inteligencia intrapersonal o la interpersonal). El efecto
Flynn necesitaba de una causa que encajara como la pieza de un rompecabezas, y
la tecnología se posicionó entre los posibles candidatos.
Pero es muy importante decir que
las clases de inteligencia que se habían visto potenciadas, en el estudio realizado por el
profesor de la Universidad de Otago, eran las que tenían que ver con el razonamiento visoespacial
y el pensamiento abstracto. En lo referente a las habilidades memorísticas,
lingüísticas o aritméticas, por ejemplo, no se apreció mejora alguna. Esto último daría en parte la razón a Carr.
La tecnología es una herramienta
fantástica que nos ayuda enormemente en nuestro día a día, pero también puede
tener sus zonas oscuras, como nos indica el propio Carr.
Tendremos que estar muy atentos.
Libro Superficiales.
Editorial Taurus.
Editorial Taurus.
Nicholas Carr.
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