Algunos niños, desde el nacimiento, se sienten en cierto modo responsables del bienestar de sus padres y se creen que son culpables cuando éstos tienen problemas, sobre todo conyugales, o cuando no les tratan bien o les descuidan. Su conclusión es, en numerosas ocasiones (aunque no siempre, claro está), que ellos, los propios críos, se equivocan. Así se convierten en niños que maduran demasiado pronto y tienden a hacer de padres de sus padres. En muchas ocasiones aprenden a satisfacer las necesidades de sus progenitores y a descuidar las propias.
Todo esto es especialmente obvio en las familias con una madre o padre drogadicto, alcohólico o con problemas psicológicos graves. Pero también se da en algunas familias con situaciones menos dramáticas. Algunos de estos padres abusan de su responsabilidad y de la disponibilidad de los hijos, cargándoles con sus preocupaciones. La inmadurez de los adultos deja un vacío que atrae sin remedio al hijo, que necesita ser valorado y desea colaborar.
Si los niños asumen responsabilidades excesivas a edades precoces, esto se convierte en parte de su personalidad y no se cambia de forma fácil, lo que hace que sus relaciones futuras se vean influenciadas con las personas que de verdad le importan. Los chavales, por regla general, no saben protestar directamente cuando se sienten demasiado responsables.
Este tipo de chicos están solos y llegan a la conclusión de que la familia no tiene nada que ofrecerles, excepto comida, alojamiento, vestimenta y cama. Sucede en familias de toda clase, con problemas y sin ellos.
Tomado de En tribu.
Tomado de En tribu.
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