Hay muchas teorías sobre el juego, que tratan de explicar por qué los niños pasan tanto tiempo jugando. Hagamos, pues, un repaso.
Jean Piaget.
Para Piaget, en su
teoría del desarrollo, es parte de la formación del símbolo. Igual que
la imitación, el juego tiene una función simbólica, permite al niño
enfrentarse a una realidad imaginaria que, por una parte tiene algo en
común con la realidad efectiva, pero, por otra parte, se aleja de ella.
Así practican mentalmente eventos o situaciones no presentes en la
realidad. El juego está dominado por la asimilación, un proceso mental
por el que los niños adaptan y transforman la realidad externa en función
de sus propias motivaciones y de su mundo interno. Las dos principales funciones son: consolidar habilidades adquiridas mediante la repetición y reforzar el sentimiento de poder cambiar de manera efectiva el mundo.
Lev Vygotskij.
Considera que Piaget
tiene razón en cuanto a que se trata de una representación mental, pero
el concepto es limitado al verlo sólo como un proceso cognitivo. Su
atención se centra en los aspectos afectivos, las motivaciones y las
circunstancias del sujeto.En el paso de bebé a niño pequeño, permite enfrentarse a la tensión entre sus deseos y la imposibilidad de satisfacerlos inmediatamente. Una idea nueva es que los objetos pierden su poder vinculante. Esto quiere decir que, inicialmente, una puerta cerrada debe abrirse, y un timbre debe tocarse. Jugando se independiza de las restricciones de la situación, ya que el objeto comienza a separarse de la acción. Por ejemplo, un trozo de madera es un caballo. Con la edad, el niño logrará inventar mediante las palabras todas las situaciones imaginarias que quiera.
El mundo imaginario del niño es, además, no arbitrario, está gobernado por una serie de reglas muy estrictas.
Donald Winnicott.
Para Winnicott una de
las características más destacables del juego es que es una actividad
muy seria para quien lo realiza. Define el espacio y el tiempo del juego
como un área que no puede ser fácilmente abandonada y que no admite
intrusiones. Habla también de los objetos transicionales, que ayudan a afrontar momentos de ansiedad o relacionados a alguna situación particular. Es un objeto que, como el juego, ayuda a conciliar la realidad con el mundo interno.
Según Winnicott, el ser humano, desde el nacimiento, está ocupado en esta tarea: las respuestas provienen del juego, de la creatividad, de la cultura, que se encuentran en el campo que no es externo ni interno al niño, sino que nace de una relación de confianza entre madre e hijo. Cuando la experiencia del bebé en los primeros meses de vida es tranquilizante, transmitiendo seguridad, y cuando siente en su interior el amor materno, puede comenzar a experimentar la separación y a través del juego tener experiencia de la propia capacidad de crear autónomamente. El juego es interesante porque representa un ejercicio de control sobre la realidad, aunque se trate de un control precario que se debe restablecer continuamente, como hacen al recordarse a sí mismos y a los otros constantemente las reglas del juego.
Las teorías anteriores tenían en consideración sobre todo las funciones del juego en el desarrollo infantil de construir significados. Otros investigadores, como Mead y Bateson se han centrado en la función del juego en la realidad interpersonal, mientras que Bruner ha examinado la potencialidad del juego en los procesos de aprendizaje.
George Mead
Mead analiza el juego
como una de las condiciones sociales en las que emerge el Sé. El autor
se refiere principalmente al juego simbólico y los procesos de asunción
de roles, que no son sino medios para imaginarse a sí mismo como si
fuera otra persona. Jugando, el niño se confronta con otros,
identificando semejanzas y diferencias. También le permite tomar una
perspectiva distinta, que sería la del personaje con el que se
identifica. La asunción de un papel provoca respuestas en sus
interlocutores, que le proporcionan el material necesario para redefinir
su capacidad de asumir los puntos de vista de los demás. Así se crea un
proceso de acción y reacción, afianzando los conceptos del “Sé” y del
“Otro”.
Gregory Bateson.
Bateson identifica en el
juego una plataforma para el ejercicio de habilidades
metacomunicativas. Todo lo que viene dicho en el contexto “estamos
jugando”, asume un significado no literal que consiste en comunicar algo
que no existe. Así aprende la metacomunicación que posteriormente usará
en otros ámbitos que no son el juego.
Jerome Bruner.
Bruner, Jolly y Silva
analizan la relación entre el juego y las estrategias de resolución de
problemas. Se hicieron estudios con niños de Educación Infantil en
diferentes contextos para comprobar cuáles eran las situaciones más
eficaces desde el punto de vista social y cognitivo presentes en ellos.
Concluyeron que las actividades más estructuradas presentan un mayor
grado de complejidad cognitiva y pueden ser propuestas a los niños para
motivarles a la búsqueda y la investigación de estrategias de resolución
de problemas. Sin embargo, las actividades menos estructuradas, como
pueda ser una pelea ficticia, requieren habilidades sociales y son más
indicadas para desarrollar este aspecto.Tomado de En tribu.
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